jueves, 22 de noviembre de 2007

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Cercos vivos, barreras contra el viento, corredores biológicos y linderos arborizados y espacios para el sombrío

La importancia de cercos vivos ha sido destacada por varios autores de la región para los diferentes sistemas agroforestales(Montagnini et al 1992) y en particular para la ganadería (Simón L 1996). Los beneficios de estos cercos están suficientemente enumerados, reconocidos y estudiados en América Central.
Pero a pesar de compartir casi la misma tradición, en Colombia en las últimas décadas se evidencia un retroceso de los cercos vivos en muchas regiones, porque son reemplazados por postes de concreto al mismo tiempo que se elimina casi toda vegetación asociada a los potreros. Varios factores influyen en este comportamiento cultural: agotamiento de fuentes de postes de madera de buena calidad, nuevas variedades de pastos que crecen a plena exposición solar y en las zonas vecinas a los monocultivos los árboles son un obstáculo para las avionetas que aplican agroquímicos. También existen razones de seguridad de los ganaderos y no falta la imposición de patrones estéticos importados por los nuevos hacendados. Ahora que los elementos lineales de la vegetación asociados a los sistemas ganaderos cobran cada vez mayor importancia en el ordenamiento del territorio, la eliminación de los cercos y barreras arbóreas es una paradoja de quienes confunden progreso con altas inversiones y en muchas ocasiones, con ostentación.
Las opciones de los cercos y barreras vivas van desde los setos de arbustos forrajeros como nacedero (Trichanthera gigantea), botón de Oro (Tithonia diversifolia),pinocho o san joaquín (Malvaviscus penduliflorus) o matarratón (Gliricidia sepium) hasta los verdaderos corredores de bosque que atraviesan áreas de pastoreo. Mientras mayores sean la amplitud, la complejidad estructural y la diversidad de especies en setos, cercos vivos y corredores, más importante será su contribución a la biodiversidad local. En todos los climas, es posible manejar la sucesión vegetal para crear o diversificar las barreras de vegetación. La estrategia consiste en impedir el acceso del ganado (ideal la cerca eléctrica)y suprimir todas las labores de limpieza, la quema y el uso de herbicidas en estos sitios. El resultado después de varios años es un cerco vivo con varios estratos de vegetación, productor de madera y leña y muy frecuentado por la fauna (Murgueitio E y Calle Z 1998). En la región del río Meta en el piedemonte de la cordillera oriental, la aplicación de esta estrategia ha generado en una empresa citrícola y ganadera, una red de corredores de bosque secundario de la que ya se empiezan a conocer interesantes avances con respecto a su relación positiva con aves, reptiles y hasta primates (Etter A 1999 Comunicación personal).

Algunos se localizan en las regiones de frontera de la selva húmeda en la Amazonia y el Pacífico, como sistemas de transición en los que el ganado pen

En Colombia el área dedicada a las plantaciones forestales comerciales en relativamente pequeña. Se calculan unas 166.000 hectáreas (Etter A 1998) que se localizan principalmente en la región andina y en pequeña proporción en la Caribe y Orinoquia. La mayoría de los cultivos de Eucalyptus, Pinus y Cupressus se destinan para la producción de celulosa. La alta densidad de árboles por hectárea, la tecnología utilizada para el cultivo y los terrenos pendientes limitan en forma drástica el uso de animales asociados a las plantaciones.
De manera diferente en las tierras bajas, cultivos de maderas finas como la teca (Tectonia grandis),ceiba roja o tolúa (Bombacopsis quinata), ocobo o roble morado(Tabebuia rosea), melina (Gmelina arborea) y otros de la región Caribe, la invasión de gramíneas incrementa a tal punto los costos de mantenimiento que en muchos momentos hace inviable el negocio. Ante la iliquidez en el ciclo de la producción de madera, el pastoreo de ganado en estas plantaciones se convierte en la salvación financiera de la inversión. Este es el caso de la empresa privada Reforestadora de la Costa S.A. y su proyecto La Gloria que sembró 4200 has de estas especies. Entre 1985 y 1996 se han mantenido entre levante y engorde 15.148 animales pastoreando debajo de las plantaciones. Ellos aportan casi la mitad del costo total del proyecto (Londoño G 1996).

Sistemas silvopastoriles en ganadería extensiva

Algunos se localizan en las regiones de frontera de la selva húmeda en la Amazonia y el Pacífico, como sistemas de transición en los que el ganado penetra en los bosques y consume múltiples especies del sotobosque y frutos de árboles del dosel. En muchos casos preceden o contribuyen al establecimiento definitivo de las praderas pero también son el resultado de la incapacidad de controlar la sucesión vegetal debido a las precarias condiciones económicas, la extensión territorial o los fenómenos de migración de los colonos (enfermedades, inundaciones, violencia). En general se desarrollan en suelos muy ácidos, con mínimo fósforo y bases intercambiables y toxicidad de hierro y aluminio. Los parámetros productivos son muy bajos y los impactos ambientales muy fuertes.
En zonas de ganadería establecida durante mucho tiempo (décadas y hasta siglos), en las regiones Caribe, Andina y aún en la Orinoquia, Amazonia y Pacífico, otros sistemas silvopastoriles se pueden encontrar en praderas con especies vegetales que pudieron hacer parte de las selvas originales o que con el tiempo colonizaron los espacios abiertos. Varias especies de palmas (Acrocomia aculeata, Attalea butyracea, Ceroxylon quindiuense y C alpinum, Copernicia tectorum, Mauritia flexuosa, Roystonea regia, Sabal mauritiiformis, Syagrus zancona, Wettinia sp) en forma de rodales puros o mixtos se encuentran asociadas con praderas en esta categoría.
En los bordes entre las sabanas nativas y los bosques de galería los árboles y arbustos resistentes al fuego como el alcornoco (Bowdichia virgiliodes), el chaparro (Curatella americana) y el chaparro manteco (Byrsonima crassifolia) que llegan a formar combinaciones de arbolitos de bajo porte en áreas de pastoreo. En las sabanas anegadizas de la Orinoquia, el árbol llamado saladillo (Caraipa llanorum)) forma rodales con espacios abiertos (Hernández J. y Sánchez H. 1994) que son pastoreados por el ganado durante muchos años. En los sistemas aluviales de las vegas de los ríos andinos, caribes, orinocenses y amazónicos, es frecuente la presencia de sistemas de gramíneas asociados con varias especies arbustivas y arbóreas donde se destacan el písamo o búcaro (Erythrina fusca) y el manteco (Laetia americana).

Sistemas silvopastoriles en ganadería extensiva

Algunos se localizan en las regiones de frontera de la selva húmeda en la Amazonia y el Pacífico, como sistemas de transición en los que el ganado penetra en los bosques y consume múltiples especies del sotobosque y frutos de árboles del dosel. En muchos casos preceden o contribuyen al establecimiento definitivo de las praderas pero también son el resultado de la incapacidad de controlar la sucesión vegetal debido a las precarias condiciones económicas, la extensión territorial o los fenómenos de migración de los colonos (enfermedades, inundaciones, violencia). En general se desarrollan en suelos muy ácidos, con mínimo fósforo y bases intercambiables y toxicidad de hierro y aluminio. Los parámetros productivos son muy bajos y los impactos ambientales muy fuertes.
En zonas de ganadería establecida durante mucho tiempo (décadas y hasta siglos), en las regiones Caribe, Andina y aún en la Orinoquia, Amazonia y Pacífico, otros sistemas silvopastoriles se pueden encontrar en praderas con especies vegetales que pudieron hacer parte de las selvas originales o que con el tiempo colonizaron los espacios abiertos. Varias especies de palmas (Acrocomia aculeata, Attalea butyracea, Ceroxylon quindiuense y C alpinum, Copernicia tectorum, Mauritia flexuosa, Roystonea regia, Sabal mauritiiformis, Syagrus zancona, Wettinia sp) en forma de rodales puros o mixtos se encuentran asociadas con praderas en esta categoría.
En los bordes entre las sabanas nativas y los bosques de galería los árboles y arbustos resistentes al fuego como el alcornoco (Bowdichia virgiliodes), el chaparro (Curatella americana) y el chaparro manteco (Byrsonima crassifolia) que llegan a formar combinaciones de arbolitos de bajo porte en áreas de pastoreo. En las sabanas anegadizas de la Orinoquia, el árbol llamado saladillo (Caraipa llanorum)) forma rodales con espacios abiertos (Hernández J. y Sánchez H. 1994) que son pastoreados por el ganado durante muchos años. En los sistemas aluviales de las vegas de los ríos andinos, caribes, orinocenses y amazónicos, es frecuente la presencia de sistemas de gramíneas asociados con varias especies arbustivas y arbóreas donde se destacan el písamo o búcaro (Erythrina fusca) y el manteco (Laetia americana).

Sistemas Agroforestales para la Producción Ganadera en Colombia

Los principales impactos ambientales de las actividades ganaderas no están estudiados con profundidad. Además de la conexión directa e indirecta con la tala y quema de bosques, la ganadería también genera otros impactos ambientales negativos como la erosión y compactación del suelo; uniformidad genética del territorio al privilegiarse el monocultivo de gramíneas mediante quemas estacionales y eliminación de la sucesión vegetal por medios químicos (herbicidas) o físicos; desecación de humedales; construcción de vías de penetración; demanda creciente de madera para cercos, corrales de manejo y camiones ganaderos; contaminación del agua y el suelo por fertilizantes sintéticos y plaguicidas y otros efectos (Murgueitio E y Calle Z 1998).
La reconversión social y ambiental de la ganadería es una urgencia y una prioridad para el país (Murgueitio E 1999) que ya empieza a reflejarse en la política nacional ambiental (IVH 1998) pero no en la agropecuaria. Sin embargo, la intensificación de la ganadería puede incrementar significativamente sus contribuciones alimentarias, económicas y sociales. Esto es viable con la tecnología disponible, la organización de los productores y macropolíticas destinadas a desincentivar los negocios de especulación de tierras.(Murgueitio E 1999). Si se aplican una serie de principios relacionados con el ordenamiento territorial y la biodiversidad, es posible incluso que coincidan los beneficios socioeconómicos con los ambientales (Murgueitio E y Calle Z 1998). Los sistemas agroforestales hacen parte sustancial de estos procesos de cambio. (Rosales et al 1998).
Se pueden diferenciar al menos cinco grupos de sistemas agroforestales para la producción pecuaria en Colombia:
Sistemas silvopastoriles en ganadería extensiva.
Plantaciones forestales con pastoreo de ganado.
Cercos vivos, barreras contra el viento, linderos arborizados, corredores biológicos y espacios para el sombrío de animales.
Sistemas silvopastoriles con uso de la sucesión vegetal dirigida.
Nuevos sistemas para ganadería intensiva y otras especies animales:
Silvopastoriles de alta densidad arbórea.
Sistemas de corte y acarreo: bancos de proteína puros, policultivos de corte, policultivos de varios estratos y múltiples usos.

Estado actual de la Ganadería Bovina en Colombia

Colombia es un país situado en el extremo noroccidental de Suramérica, con una extensión de 1’141.748 kilómetros cuadrados, que equivalen al 0.77% de las tierras del planeta (DNP 1997). Para 1996 la población proyectada fue de 39 y medio millones de personas (DANE 1996). La cobertura vegetal actual del territorio está constituida en la actualidad por 53.2 millones de hectáreas en bosques, 21.6 millones por vegetación de sabanas, zonas áridas y humedales; 1.1 millones por aguas continentales, y asentamientos humanos y por lo menos 38.4 millones de hectáreas en usos agropecuarios (IVH 1998).
Según el IDEAM (1998) en 1995 las áreas utilizadas para agroecosistemas ocupaban el 24% del territorio y de ellas la ganadería utilizaba 28 millones de hectáreas. La agricultura casi 5 millones distribuidos 61% en cultivos perennes (café, palma de aceite, caña de azúcar, frutales, cacao), y 39% en cultivos transitorios de ciclo corto (arroz, maíz, yuca, papa, algodón, fríjol, hortalizas).
Entre 1960 y 1995 el uso de la tierra pasó de 5 a 4.4. millones de hectáreas en agricultura; los bosques naturales y otros usos se redujeron de 94.6 a 72.4 millones de hectáreas mientras la ganadería se incrementó de 14.6 a 35.5 millones de hectáreas (IVH 1998).
La población ganadera bovina en Colombia debería estar cerca de los 26 millones de cabezas pero en los últimos años se ha especulado mucho con las cifras ante la ausencia de un sistema estadístico confiable y a la situación de violencia de vastas regiones donde la ganadería es la principal forma de ocupación territorial (regiones andina, caribe y orinocense donde se encuentra el 98% de la ganadería según el IDEAM, 1998).
La población de las especies animales domésticas para uso zootécnico en Colombia se incluyen en la tabla 1. Se destaca el crecimiento de la población aviar (aves de postura y pollos).